Esta amnistía no es un perdón. Es una victoria, ha exclamado y declamado en el Congreso la sonriente Miriam Nogueras, portavoz-delegada de Carlos Puigdemont y su partido.
Y con esto está dicho todo.
Pero podemos añadir que, si esa es su victoria, la de los separatistas, es a la vez nuestra derrota, la de todos los españoles, que se la debemos, por cierto, al presidente Pedro Sánchez, como precio que pagar por los votos de los separatistas catalanes a su investidura.
Para Pedro Sánchez, la vergonzosa y vergonzante amnistía. de la que se avergüenza durante la campaña electoral para el Parlamento Europeo, y que ni la debatió ni la defendió en las Cortes, no ha sido una victoria, ni una derrota. Tan solo un negocio personal y partidista.
Un negocio, que humilla y desarma al Estado (es decir, a todos los españoles), y que es el fraude constitucional más grave de la Democracia española desde 1978.