Con este título me envió mi viejo amigo Cástor Olcoz, profesor, periodista y escritor, desde San Sebastián, donde reside, su útimo libro. Se subtitula Diario 2015-2019, aunque no se anoten ni los meses ni los días. Entre diario y cuaderno de bitácora, notas de bloc o notas de andar y ver; mucho menos formal y pretencioso que unas memorias, el libro se puede abrir por cualquier página y nunca decepciona. Porque es el vivir de una persona muy viva, un bon vivant en en el mejor sentido ético de la expresión -más adecuada en su sentido popular para un bon buvant-, porque es un una persona muy culta/cultivada y cultivante y muy representativa de un ejemplar ciudadano del mundo de los siglos XX y XXI. Sin esa tonta e inútil interpretación del ciudadano poco patriota o indiferente al lugar y tiempo en el que vive, porque el autor de este libro, si algo es, es un hombre intercomunicativo donde los haya, fiel a todas las buenas fidelidades de la tradición, que es la comunicación por excelencia entre las generaciones de los humanos. Escrito tras la muerte de su esposa, Teresa, el libro es un canto a su memoria, pero al mismo tiempo, a todo lo verdadero, bueno y bello en los hombres y en las cosas. Para resumir, es el libro de un humanista muy culto y cotidiano, que, a una edad muy alta, anda por la vida sintiendo y proclamando el placer de vivir.
Me gustaría, dentro del estilo muy sobrio de esta bitácora, citar algún fragmento, pero no acierto cuál, porque no pareciera representativo del conjunto, dentro del innumerable índice cultural, que abarca toda clase de saberes y toda clase de saber decir, Y al final, y para ser breve, dudando entre algunos de sus aforismos y pequeños poemas, raros pero bellos, al fin, me quedo con esta décima por su toque de humor y de etnografía:
Navarricos domingueros
que llegáis hasta La Oliva
en caravana festiva
por distintos derroteros,
¿qué buscais allá tan serios:
los gozos del peegrino,
descifrar vuestro destino,
silencio, paz, canto llano,
conversar con un Hermano
o simplemente buen vino?