Mc 14, 43-52; Mt 26, 47-53; Lc 22, 47-53; Jn 18, 2-11.
En esto,
se presentó Judas, uno de los Doce,
con un grupo armado de espadas y palos,
enviado por los Sumos Sacerdotes,
escribas y notables.
De inmediato,
saludó al Maestro con el beso habitual.
Entonces echaron mano a Jesús y le prendieron.
En medio de la oscura confusión,
alguien hirió al siervo del Sumo Sacerdote,
llevándole la oreja,
tal vez el lóbulo.
Todos los discípulos de Jesús huyeron.
De lejos le siguió
un joven, aspirante a discípulo,
cubierto con un lienzo.
Arrestado, se desprendió del mismo,
y huyó también, desnudo.