(Mt, 27, 62-66; 28, 1-8)
Mateo el evangelista,
que escribe quince o veinte años después de Marcos,
copia de este casi todo su relato..
Pero cita solo a Magdalena y la otra María,
que no llevan aromas. Y el joven celeste
aparece como un ángel. en figura de relámpago,
que baja del cielo y hace rodar la piedra del sepulcro.
Mateo,
como le es habitual,
lo acompaña de un gran terremoto,
signo del poder de Dios.
Los guardias del sepulcro, atemorizados ante él,
se pusieron a temblar y quedaron como muertos.
(Solo este evangelista los menciona,
tras recoger la leyenda de que los sumos sacerdotes y también los fariseos,
temiendo que viniesen a robar los discípulos
el cadáver de Jesús.
que anunció en vida su propia resurrección.
consiguieron de Pilato una guardia en el sepulcro,
para impedir, según ellos, una doble impostura).
Tras el mismo mensaje del ángel sobre la resurrección
y la ida a Galilea,
Ellas partieron a toda prisa del sepulcro,
con miedo y gran gozo,
y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.
(Mateo une el miedo y el gozo de las mujeres,
que, sin duda, siempre trasmitieron el mensaje a los discípulos.
Ellas, las discípulas de Jesús).