El rey Juan Carlos I

Recuerdo vivamente el día en que el todavía flamante rey Juan Carlos I nos recibió (año 1980) a la Mesa del también flamante -y, además, en llamas- Parlamento de Navarra. Fue un buen espaldarazo a nuestro titubeante institución. Después, durante toda mi vida parlamentaria, aqui, en Madrid y en Bruselas-Estrasburgo, tuve ocasión de encontrarme varias veces con él. Mi partido de entonces (PSOE) fue siempre leal a la Monarquía Parlamentaria y nunca tuvimos nosotros reserva mental alguna. Pero en los últimos años, las noticias de las aventuras amorosas y cinegéticas del monarca, sus malas compañías, comenzando desde la propia familia… fueron restándole cercanía, simpatia y hasta respeto. Creo que ha sido, en esas circunstancias, oportuna y justa su abdicación. Pero no podemos olvidar que durante treintaycinco años elevó la institución monárquica al puesto más alto de la escala de preferencias de los españoles. Deseo que esa misma marca la consiga de nuevo su hijo Felipe VI, y aun que la supere.