El embalse de Eugui (1971) sorprende y atrapa al río Arga, todavía candoroso y aprendiz, en cuanto sale del laberinto pirenaico, al pie de la cantera, a cielo abierto, de magnesita, y lo convierte en lago alpino, azul gris de cielo nuboso, y verdigris de hayas, fresnos, alisos, robles, castaños y helechales.
El lago, en forma de punta de flecha rústica, envía sus aguas para abastecer a Pamplona y su Cuenca. Como los embalses de Añarbe y Articuza las ernvían a San Sebastián y su comarca; el de San Antón -ese culebrón azul entre culebrones verdes- a Irún y Fuenterrabía, y el reciente de Mairaga a Tafalla, Olite y su zona.
Agua de los ríos navarros para dar de beber a las gentes. ¿El agua para el que le llueve? No, el agua para todo aquél que le necesite.