Desembarcado en las duras dunas de la política española, encuentro la confrontación más atroz que nunca y la más plena confusión en casi todos. No en el presidente del Gobierno, que parece seguro de su reelección, dentro de la letra y espíritu de la Constitución. Pero, a estas alturas, su palabra no merece crédito alguno. Ayer la vicepresidente segunda del Gobierno hablaba de un amplio acuerdo social antes de una ley de amnistía, de la que enumeraba nada menos que tres clases (¡). Esta mañana, los tertulianos de la Cadena COPE se dividían entre la repetición de elecciones y la felonía mayúscula de Sánchez. Y ahora leo en El Confidencial a Rubén Amón poner su vista y sus variadas hipótesis en el único poder autonómico socialista de García Paje y en el parlamentario de sus 8 diputados a Cortes.
Así que para no navegar en balde por mares de especulaciones sin cuento, aguardaré muchos días antes de volver a la reflexión sobe el próximo Gobierno para no añadir confusión a la confusión, que en este caso quiere decir pena a la pena y zozobra a la zozobra.