En Txurikoa y Gazteluzar (y III)

 

            Mañeru, pueblo de nombre romano donde los haya: manerium (granja, alquería). Desde esta altura no solo se ve bien Santa Bárbara, con su ermita blanqueada y su poste de televisión, sino también el Alto de Morea (Moria, entre nosotros) y hasta Miracielos. Y las canteras de yeso, con la fábrica adjunta, la primera fábrica moderna en la historia del lugar. Y los pinos de Aitzpea (Izpea) sobre el Arga y sobre Bargota. Y hasta los chopos, verdeantes, que acompañan al regacho Moria  en el Prado. Más allá, las sombras altas del Villanueva y Calaveragain. No vemos el caserío de la villa, porque nos lo tapa la cordiline de pequeños cabezos yesíferos de Zamaquidoba. Tampoco vemos una sola viña, sólo campos de cereal y algunos terrenos baldíos. Por el sur, casi todo es cereal verdoyo.

 Aquí, como en casi todos los sitios de Navarra, ni un panel, ni una señal, nada que ponga en relieve el tesoro arqueológico, sin precio, que es un castro como este.

Seguimos por la antigua vía romana que llevaba a la ciudad romana de Andelo, donde tal vez acabaron los pobladores de Gazteluzar. Llevamos a nuestra derecha el río Salado, que nos marca la ruta. Y más arriba, el canal de Mañeru, que viene desde el contraembalse de Alloz. Aún siguen en pie las cuatro paredes del molino de los Goñi Fernández (casa el molinero), que da nombre al término. Ahí cerca, en esa pendiente, llena de cascajos, ahors toda verdecida, estaba el rectángulo de la viña que heredó mi padre, con aquel melocotonero, que plantó el. Cerca del molino está la única viña que vemos en estos contornos: la está edrando con el tractor un joven con barba y gafas negras. Es la única persona que vemos por estos parajes en estos ratos. Ahí, en Amuña, estaba el regadío del abuelo Víctor, y el de la vecina Artatzea ¿dónde están ahora las encinas (arte)? ¿O eran maíces (arto)? Y ahí, arriba, Maldabelz (cuesta dura) -que nosotros pronunciábamos Mandabel- con aquella villa romana: yo era estudiante y me contaban mis primos que, cuando hacían ondalán con el malacate y salían piedras grandes y pintadas (¿ mosaicos?), las tiraban fuera o las escondían, según órdenes superiores. Hace poco, otro amigo de Mañeru, que vivió de chico con unos tíos me decía que se acordaba de haber oído ¡que habían aparecido en ese sitio huesos de niño, y que los habían traído al pueblo!

Y ahí sigue la central hidroeléctrica de Mañeru (1944), con un potencia media anual de 12.6000.000 kw/h., propiedad de Fuerzas Electricas de Navarra. ¡Ah, la central!: era un día grande cuando íbamos de excursión a la central. Allí se pasaron media vida, como técnicos y  vigilantes, dos de mis parientes. Veo un mapa, donde están escritos mal los nombres de algunos términos locales, como Mazarabía por Nazarabía o Sarbacea, por Salvacea, donde mi abueno materno tenía una pobre pieza Y más arriba, Santa Cruz, el límite del corto y pobre termino de mi pueblo, a donde fui, siendo monagullo, en la mula con don Jesús, a poner una rama de olivo bendecido a los pies del  cerro, tras bendecir los campos, por San Marcos Y ahí queda el Soto, que un día pudo ser un buen regadío comunal, de un pueblo pobre, y no lo fue por la típico y tópica división de los vecinos.

Llegamos al último puente sobre el Salado. El reciente merendero lo aprovecha bien un grupo de jóvenes, que está levantando los manteles que nunca pusieron. En el cuadrivio que tenemos delante, elegimos mal dos veces y nos metemos por el regadío de Mendigorría. A la tercera, acertamos. Pasamos el puente grande sobre el Arga, y, más allá del campo de fútbol, seguimos hasta el lugar de la Batalla (carlista-liberal) de Mendigorría, bien señañada desde todas las direcciones. No tenemos tiempo para subir al otero -otro castro prerromano-, pero recorremos en coche el perímetro del terreno llano de la batalla.

Terminamos, tras admirar el retablo pétreo de la fachada de San Pedro y su airosa torre barroca, en el balcón-mirador de la villa sobre el valle del Arga, desde donde repasamos el itinerario del día y contemplamos el tablero colorista, con muchas casillas vacías, del Campo Llano de Mendigorría.