ENSÒ (Círculo)

 

          Quien conozca la exigente obra pictórica de Koldo Sebastián del Cerro, bien presente en este cuaderno, y especialmente, desde 2013, la serie Infiniverso, no se extrañará demasiado al ver su nueva exposición en las dos salas del Museo Gustavo de Maeztu de Estella. Porque vive en continuidad profunda con su obra anterior, de la que puede ser su coronación. A la entrada del Museo nos encontramos con una pequeña introducción de Mieko Yoshida (1941-2021), artista japonesa, recientemente fallecida, muy vinculada al artista navarro y a su familia:

Creo que la vida es un trazo que comienza y termina en el mismo punto. Desde ahí, en el el preciso instante en el que ese gesto fugaz concluye con la muerte, regresamos donde ya estábamos antes de iniciar nuestra biografía y volvemos a ser lo que realmente somos: esencia eterna del infinito. La cultura japonesa entiende la figura circular como un símbolo sencillo y pleno que representa el universo y nuestra conexión trascendente con ese todo del que formamos parte.

Y a la conquista de ese todo entrañable, de y en cuya entraña vivimos; de ese infinito, por medio de círculos de madera o de acero, de muy variada magnitud, pintados con toda la gama del azul celeste, sin que falten nunca los puntos, que somos nosotros, se ha lanzado Koldo Sebastián, en una carrera que no tiene fin.

La muestra acaba cautivándonos como un cielo estrellado en una de esas noches misteriosas cantadas por Fray Luis de León.

Si, además, añadimos el encanto románico del Santo Sepulcro; los altos muros góticos de Santo Domingo; la vista del Ega impetuoso e incontenible desde la cima del puente; el sereno silencio de la Rúa medieval bajo la lluvia; la coqueta plaza de San Martín, un día centro del barrio de los francos; la fachada rernacentista del viejo ayuntamiento; el inaccesible templo románico de San Pedro, y el combate entre Roldán y Ferragut en un capitel  de la fachada del mismo Museo…, la mañana no puede ser más completa. Casi circular.