Europeos ecuménicos

Acaba de celebrarse en Sibiu (Rumanía), la III Asamblea Ecuménica Europea, después de la de Basilea (1989) y Graz (1997), de las que los medios informativos españoles, tan poco ecuménicos, no se han enterado. Y, sin embargo, han sido los primeros encuentros entre cristianos europeos -católicos, protestantes y ortodoxos- después de mil años. No se trata en ellos  de llegar a ningún acuerdo en cuestiones doctrinales que nos dividen, para lo que existen otros foros muy activos y con muy buenos resultados hasta hoy, sino en orar, reflexionar y proyectar juntos ante retos comunes: Iglesia, Europa, mundo. El excelente teólogo alemán Walter Kaspers, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los cristianos, y uno de los miembros  más renovadores y audaces de la Curia Romana, ha sido una de las voces más resonantes y eficaces de la asamblea con su intervención apasioanda y autocrítica: «No debemos tolerar las divisones existentes como si fueran lógicas (…); son una expresión de pecado que no nos deja cumplir nuestra misión (…). Somos corresponsables de la división de Europa, de la secularización, de las dudas frente a la Iglesia (…). No podemos estar contentos de nosotros mismos (…). No existe alternativa al ecumenismo (…). El problema de la unidad debe inquietarnos y arder dentro de nosotros».