Excavaciones en verano

 

                        Parece algo extraño que las excavaciones arqueológicas, por muy científicas que sean, se lleven a cabo los días más calurosos del año, y las fotografías nos muestren a los solemnes arqueólogos y a unas docenas de jóvenes estudiantes de la disciplina, más otros voluntarios aficionados, con grandes sombreros a la cabeza, arañando la tierra bajo un sol de justicia, como si fueran obreros al servicio de cualquier empresa multinacional arrancando metales preciosos en uno de los países del llamado Tercer Mundo. Pero así lo imponen tanto los horarios escolares del curso universitario como la financiación, siempre escasa, de la que dependen los investigadores, correspondiente a cada ejercicio.

El primer sábado de agosto, nos fuimos a Zaldúa, el campo de excavaciones de Burguete, que hemos visitado varias veces.  Bajo un gran sol, la Sociedad de Ciencias Aranzadi nos dio cuenta de lo trabajado y conseguido hasta hoy, y sobre todo este mes de julio, en la investigación de la Statio romana junto a la calzada Ab Asturica ad Burdigalliam en este lugar del Prepireneo. Las investigaciones de este año se circunscribieron al estudio de algunos espacios de las Termas identificadas en medio del poblado. Una de las finuras fue ver de cerca el mapa del largo yacimiento configurado por georadar, además de una pequeña  exposición de los objetos más curiosos encontrados en el presente curso de los trabajos.

Una semana antes, el sábado, 29 de julio, el ayuntamiento de Artieda (Zaragoza) y el el Equipo de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, que trabaja desde 2019 en el término local Forau de la Tuta o Campo de la Virgen, organizaron un día de fiesta para dar cuenta de sus trabajos de este año y celebrar a la vez lo conseguido hasta hoy. Habíamos estado ya en este pequeño y lindo pueblo medieval y montano en la frontera oriental de Navarra y visitado el encantador Museo Romano ubicado en la torre de la iglesia parroquial de San Martín, donde admiramos el mosaico, ya famoso, descubierto el año 2021, que mide 150 metros cuadrados.

Decenas de personas, venidas de cerca y de lejos, nos juntamos buscando la sombra dentro y fuera de la ermita de San Pedro, que nos aliviaba de un sol torrente. Comenzó la lección arqueológica por las columnas y el capitel corintio, colocados fuera del templo para reforzar el ábside occidental. Después pasamos al interior de  la emita, donde pudimos contemplar el vídeo preparado sobre la metodología y los frutos de la excavación. Resulta que los paisanos del pueblo, muy amantes de sus tradiciones, y los arqueólogos aragoneses han dado con una ciudad de nombre desconocido, florecida en los siglos I y II después de Cristo, que se extendía cerca de la actual ermita, al oriente del barranco, y de la que van descubriendo termas, sistema de abastecimiento de aguas, cloacas, un templo… Y eso solo en cuatro años de trabajos.

No pudimos quedarnos ni al vermú romano ni a la comida, también romana seguramente. Pero allí tenemos un nuevo punto de atracción y de hermanamiento romano.