Francisco de Javier,
un gigante en el mapa de enanos de todos los tiempos.
Una antorcha de fuego a lo divino inextinguible
en los largos témpanos de todos los siglos.
Navegando hacia la costa de Sancián,
recuerdo aquella blanca y lejana iglesita.
Hasta allí llegó nuestro héroe,
queriendo salvar el mundo.
Se quedó solo.
Quizás Dios se arrepintió
de haberle llevado tan pronto con Él.