La campaña electoral en España no cesa de poner las crisis económica y financiera en el centro de todos los debates. Toda Europa, y más desde la nueva crsis griega, tras la portuguesa y la irlandesa, no hace otra cosa. Islandia, como veíamos ayer, ha ido más lejos que nadie, confesando sus propios errores y sus propios despropósitos. Sin embargo, y si exceptuamos las reducciones de sueldo de algunos políticos en algunos países, nadie parece atreverse a tocar los sueldos de los dirigentes de algunas empresas públicas, o los contratos blindados de directivos de la banca y otras empresas, mucho menos los de ciertos deportistas o altos modelos de la moda en las principales capitales del mundo. En España, por ejemplo, a nadie o casi nadie parecen escandalizar las escandalosas sumas de euros que suman los jugadores del Real Madrid o del Futbol Club Barcelona, y de otros clubes de Primera División, que nos deleitan cada sábado o domingo. Los periódicos nos traen estos días la noticia de las modelos mejor retribuidas en el mundo de la moda: Gisele Bünchen: 45 millones de dólares; Heidi Klum: 20 millones de dólares, etc., etc. Podrían añadirse otros honorarios o emolumentos de ciertos directores, artistas, tecnócratas…, tan excesivos e injustos como los anteriores. Pero falta no sólo valentía, sino el más mínimo interés por examinar las responsabilidades de toda una sociedad del bienestar, en plena bancarrota, y todavía indiferente, irresponsable o desmemoriada. Mientras tanto, los que dirigen la opinión pública, que suelen estar entre los más irrespondables, seguirán engañanado a los opinantes de la calle y señalarán con el dedo a unos cuantos políticos y algún que otro lejano financiero como los únicos chivos expiatorios que carguen con la culpa de muchísimos más.