Comunista italiano del año 50, converso a tiempo al eurocomunismo y a la democracia, el jurista Napolitano ha devenido uno de los más ejemplares políticos europeos. De la raza de los buenos presidentes de la República, como Scalfaro, Pertini, Segni, Einaudi…, es el único político italiano que se mantiene y sostiene en la memoria de todos, tras la generación de los grandes, como Andreotti, Moro, Fanfani… Gracias a él, el deshielo gigantescco de la Democracia Cristiana y del Partido Comunista Italiano, todavía sin terminar, no ha sido sólo una catástrofe, y el Berlusconissmo, con el bufón o sin él, no ha vuelto a ser de nuevo una falsa sustitución-solución. Con él todavía el Partido Democrático, demasiado heterogéneo, puede reccomponerse, y el Centro, aquejado de la misma o mayor debilidad, puede entrar en la vida política restablecida. También su figura europeísta y democrática puede ser el dique más firme frente al aventurerismo de la la Liga Norte, suicidamente favorecida por el bufón patriotero. Desaparecidos los iconos europeístas de la tercera generación, como Vaclav Havel, pocos como Giorgio Napolitano nos quedan para nuestra veneración en el retablo auropeo.