Estoy dando los últimos toques a un nuevo libro de historia, escrito junto con mi amigo Enrique Jaurrieta, titulado Del Estatuto rechazado al Frente Popular (1932-1936) para Ediciones Eunate. Me viene a la memoria aquel gran historiador catalán y español, creador de la Escuela de Barcelona, que fue Jaume Vicens Vives (1910-1960), autor de libros memorables y rompedores – Aproximación a la historia de España o Noticia de Catalunya-, y fundador de una editorial ejemplar que lleva su nombre, del Centro de Estudios Históricos Internacional (CEH), y de las revistas Estudios de Historia Moderna y del Índice Histórico Español. Qué pronto se nos fue. Al abrirnos a las grandes corrientes historiográficas europeas, desnacionalizando ciertas historias románticas, nos enseñó a superar cualquier clase de dogmatismos y a aceptar todas las miradas posibles, a la hora de conocer e interpretar los hechos históricos.
Deber de cualquier historiador es revisar de continuo lo escrito por sus antecesores, sometiendo a revisión lo que nos han contado, porque, además de que siempre o casi siempre hay algo que corregir, siempre o casi siempre suele haber algunos datos nuevos. O porque, desde el nuevo tiempo en que leemos y meditamos las viejas historias, el mundo ha cambiado lo suyo y los ideales, los intereses, los valores del historiador y de la sociedad en la que vive son distintos o diversos de los de otros tiempos, y puede ser conveniene y útil una nueva versión o intepretación de lo que entonces sucedió o dejó de suceder.
Lo que no tiene nada que ver con lo que se llama a veces torpemente revisionismo, negacionismo, y ni siquiera relativismo. Una sana crítica no es nada parecido a una destrucción. La negación puede ser tan saludable como la afirmación. Y el relativismo no quiere decir que sea imposibe conocer objetivamente el pasado, sino que puede haber varios accesos al conocimiento de uno o varios hechos y varias claves de interpretación de los mismos, que debemos atender en beneficio de la verdad (al menos, de la verdad histórica o conocible) y de la sociedad para la que pensamos, escribimos e historiamos.