Siguiendo pautas magistrales, como las de Romano Guardini, Raimon Panikkar o la encícclica Laudato si´ del papa Francisco, el filósofo de la ciencia y profesor del Schumacher College de la universidad de Plymouth, Jordi Pigem, ha escrito el libro Ángeles o robots: la interioridad humana en la sociedad hipertecnológica, una especie de breviario de ecosofía, de esa sabiduría que necesitamos para no poner en riesgo el futuro de la humanidad. Porque la hiperteconolgía desbocada de hoy, cultivada por algunos como criterio y medio supremo de todo progreso, puede llevarnos a olvidar que la especie humana es una parte, y parte importante, de la biosfera, y que de atropello en atropello puede conducirnos un día aciago al ecocidio. Ignorar la biología hablando de fantasiosos futuros hipertecnológicos es ignorar, por ejemplo, los miles de millones de bacterias que colonizan y condicionan nuestro organismo, sin las cuales es imposible vivir ni ser sustituidos por un robot.
Pigem llama certeramente Homo absortus al hombre regido por los parámetros hipertecnológicos, alienado de toda interioridad. Absortus en múltiples informaciones, complejo amasijo de datos, sin otra jerarquía que la estadística: a lo que da el nombre de dataísmo. Hombre víctima de espejismos como la aceleración, el consumismo, la seguridad, la hipermovilización, la tecnoutopía… falsos componentes muchas veces de un verdadero progreso, que no esté ocluso a la trascendencia. Conectado, como le gusta decir al papa Francisco, con todo el mundo, pero no comunicado, ni siquiera consigo mismo.
El autor, partidario de corregir los defectos de la naturaleza, pero consciente a la vez de que la naturaleza no es una tiranía, sino condición de vida, apunta una terapia interior que descubra la dignidad del mundo, recupere la dignidad humana, facilite el reencuentro con las fuentes de sentido y permita reintegrarse en un mundo real amplio y profundo. El ecocidio no nos llevaría a un utópico posthumanismo, sino -permítaseme el justo juego de palabras- a un post-humanismo póstumo.