Ignorancia supina

Leo en un diario de Madrid la noticia dada por la agencia Reuters sobre no sé qué declaración del papa, en la que arremete contra no sé qué ley que se discute en el Parlamento inglés. No voy ahora a eso, y la palabreja arremeter (utilizada casi siempre por advertir, aconsejar, prevenir o rechazar tal vez) ya me pone en guardia y me indica por dónde va la cosa. Seguidamente el redactor, el traductor o quienquiera que sea, nos informa luego de la reacción de otras Iglesias y grupos de creyentes. Y comienza con esta perla: La Iglesia británica, madre de la Iglesia Anglicana… ¿Qué Iglesia será ésa? ¿La Iglesia de los primeros benedictinos enviados el año 596 por el papa Gregorio Magno? ¿La de san Bonifacio? ¿La Iglesia católica anterior a Enrique VIII? ¿La de santo Tomás Moro? Un enigma. Cada día me encuentro con estas muestras de ignorancia, de ignorancia supina en casos como éste, en diarios y revistas españoles, sobre todo cuando tocan temas políticos y religiosos. Si fuera en la vida corriente, en la que, por tradición no se habla  ni de polítca ni de religión, podría pasar tanto error. Pero en los medios informativos, que casi no hablan de otra cosa que de política y siempre que pueden de algún escándalo eclesiástico o de alguna frase del papa -por descontextualizada que sea- con alguna clase de morbo, los errores son menos tolerables.