Qué bochorno ver a la presidente del Parlamento de Navarra, fotografiada junto al «Carnicero de Mondragón», durante la celebración en Bayona de la farsa de la «devolución de las armas de ETA al Pueblo» (Vasco, por supuesto)… Ella se defiende diciendo en twiter ¡que le dijo que se disolvieran y pidieran perdón! ¿A eso fue a Bayona? ¿No pudo decírselo desde un pleno del Parlamento? Pero ¿no dice, por el contrario, su secretaria general en Navarra que no hay que exigir eso a los asessinos de ETA ? ¿Y quién le encargó, por cierto, tan sublime e inútil misión? Le dijera o no esas jaculatorias a un asesino que no se arrepiente de sus 17 crímenes, o según cómo se lo dijera, lo cierto es que esa foto ha dado ya la vuelta a España (¿al Estado?). Ciertas pretensiones, ciertas imprudencias, ciertas torpezas, ciertas servidumbres, ciertas cercanías, o todas ellas juntas, acompañadas de una foto perversa, tienen consecuencias letales.