Viendo el cuadro lacerante de Alessandro Magnasco, Interrogatorio en la prisión (1710-1720), pienso no sólo en la cárcel de Guantánamo, que estos días está en la mente de todos, sino en todas las atroces cárceles que en el mundo han sido y son, y en sus cuadros de horrores. Magnasco nos pinta dos hombres encepados; otro colgado de la horca de balanceo frente a un juez civil y su tribunal; dos encadenados acompañados por dos frailes franciscos, el caballete español… Seguramente que muchas cárceles de hoy en muchos países presentan un cuadro de horrores tan espantoso o más que éste. Todo oscuro, borroso, tétrico. Un mundo muy extendido y brutal, uno de los mas infrahumanos que existe, que ni conocemos, ni nos interesa conocer.