Jesús camino del Calvario (V)

 

         No hay motivo alguno para negar la historicidad de Simón de Cirene -nuestro popular Cirineo-, padre de Alejandro y Rufo, bien conocidos como se ve por el evangelista Marcos. Aquí el más original es el evangelio de Lucas, empeñado en hacer ver que, si en su Pasíón dolorosa Jesús encontró muchos judíos hostiles, otros muchos fueron favorables a él. Y, si para el primer evangelista la Pasión del Maestro muestra la falibilidad y la maldad humana, para el autor de los Hechos el amor, el perdón y la  salvación de Dios están también presentes en esa misma Pasión.

Según el tercer evangelista, no todo el pueblo judío es hostil al predicador galileo: el portador de la cruz aparece en su relato en actitud de discípulo, como si no fuera obligado a llevarla; las mujeres jerosolimitanas se lamentan por él; uno de los malhechores, condenados a muerte, proclama la inocencia del Nazareno; las multitudes quedarán conmovidas por su muerte…

El oráculo dirigido por Jesús a las hijas de Jerusalén -tomado parcialmente del profeta Oseas (Os 10, 8b) es el modo que tiene Lucas de decir que los responsables de la muerte del Hijo de Dios serán castigados por medio de la destrucción de la Ciudad santa: vaticinium ex eventu. Pero el evangelista de la misericordia, sabiendo que no todos sus habitantes son enemigos del condenado a muerte, deja abierta la posibilidad de que el Dios que tocó el corazón de Simón, de  uno de los crucificados junto  a él y del centurión romano, sea a su vez tocado por las lágrimas de los que se lamentaron por la injusta muerte de Jesús. No por nada será el único evangelista que pone en labios del Maestro crucificado las palabaras: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.