Vuelve el prestigioso sociólogo vasco Javier Elzo, a sus 78 años, a reflexionar sobre el radicalismo de los jóvenes. Y ve dos radicalidades no violentas y protagonizadas por jóvenes: el movimiento Metoo (aqui con jóvenes y no tan jóvenes), y los Fridays for Future (FFF), aunque los Viernes por el clima no hayan calado mucho en España. Elzo ve un fenómeno más de generación que de edad en una sociedad que evoluciona más hacia una radicalidad verbal que hacia la manifestada en hechos violentos, con excepciones puntuales como en la Cataluña del procés, en la Alemania de las manifestaciones nazis o en el movimiento de los gilets jaunes en Francia.
La actual radicalidad se muestra particularmente en el desapego político y, más en concreto, en la crítica despiadada a la clase política y en la clara desconfianza en las instituciones. Se ha llegado a una desinstitucionalización de la vida, especialmente la de los más jóvenes, en todo tipo de circunstancias y episodios vitales que en el pasado estaban marcados por las normas legales y sociales, vinculadas y `gestionadas´ por las instituciones. Es una forma de resistencia que se niega tomarse en serio el marco de diálogo propuesto por las personas en el poder y que aspira a dejar en ridículo sus pretensiones. Una verdadera revolución anti institucional.
Un individualismo temeroso, desbrujulado, inconstante en sus convicciones, muy influenciable por los medios de comunicación y las redes sociales, se enfrenta en realidad a una espesa casta de controladores que ha instaurado el imperio del individuo autosometido a su poder. Es el imperio de GAFAM (acrónimo de Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft, con sede en Sillicon Valley), en el que la pérdida de libertad y de responsabilidad es cada día mayor, asi como la incitación al consumo. Jóvenes y adultos digitalizados entregan gratuitamente cada día a ese imperio lo que necesita: nuestras vidas y milagros, ilusiones, deseos, proyectos… Nuestros innumerables datos se convierten directamenrte en dinero para ellos o, indirectamente, en publicidad e información, que se venden a la vez.
Y en torno a ese imperio nacen y se hacen nuestros jóvenes, por radicales que parezcan.