En el último número de El Semanal, Juan Manuel de Prada, poco bergogliano como sabemos, se ríe de las Bendiciones de parejas en situaciones irregulares y del mismo sexo, contempladas en la Declaración de la Doctrina de la Fe, Fiducia supplicans, de 18 de diciembre de 2023, y aprobada por el papa, y las llama engañifa. Sin llegar a tanto, varios episcopados africanos se han negado a impartirlas y algunos obispos sueltos también en Occidente.
Ha sido un paso más en ese proceso integrador del papa Francisco, en ese empeño por resituar en la comunidad cristiana a homosexuales y transexuales. Junto a las noticias de los rechazos de ciertas Iglesias más tradicionales, nos llegan también sobre la buena acogida que ha tenido la propuesta de la Congregación vaticana en muchas parejas que han elogiado el nuevo gesto de la Iglesia, aun sin cambiar la doctrina tradicional sobre el matrimonio. Hace unos meses, a cinco cardenales que preguntaban sobre la la idoneidad de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo, el papa les contestaba que la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición solicitadas por una o varias personas que transmitan una concepción equivocada del matrimonio, y es que cuando se pide una bendición, se está expresando una petición de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor.
Recordando que hasta el siglo IV no hubo una intervención normativa de la Iglesia acerca del matrimonio, y que hasta el XII, en tiempos del teólogo Pedro Lombardo, el matrimonio no fue contado entre los siete sacramentos, algunos teólogos y canonistas, como Marciano Vidal, piensan que, si se devuelve el aspecto socio-jurídico del matrimonio, prevalente desde Trento hasta el Vaticano II, al ámbito secular, y se insiste más en la dimensión vivencial del amor conyugal en Cristo, se podría ampliar el significado sacramental cristiano a toda realidad secular que tenga la condición socio jurídica del matrimonio.
Han sido nada menos que los obispos belgas los que han expresado su deseo de un avance mayor y de un una solución más radical que la propuesta de la reciente Declaración pontificia, ya que la Bendición propuesta no equivale a una litúrgica ni se quiere que se lleve a cabo dentro de las uniones civiles, sino en otros contextos más informales. De esa misma opinión es Vidal, quien cree que se precisa una mayor profundización en el concepto de la sacramentalidad del matrimonio para hallar esas soluciones mejores, más claras y más normales que muchos desean.