(Mc 7, 31-37)
Volvió Jesús de la región de Tiro y Sidón
al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Seguramente Marcos cuenta aquí, con un lenguaje nuevo,
una tradición que heredó de su propia iglesia.
Llevaron al Maestro un sordo tartamudo,
pidiéndole que impusiera sus manos sobre él.
jesús entonces,
levantando los ojos hacia el cielo,
dio un fuerte gemido,
y poniendo un poco de saliva en la lengua del enfermo,
dijo en su arameo natal:
–¡Effatá!, que quiere decir: ¡ábrete!
(Son gestos inusuales en las curaciones de Jesús,
entre las que se cuenta que los sordos oyen,
al decir de Mateo 11, 5).
Se le abrieron los oídos al sordo
y se le soltó la atadura de la lengua.
A pesar de que el Maestro les dijera que no lo publicasen,
todos proclamaban el prodigio,
y decían lo que luego devino en proverbio popular:
-Todo lo hizo bien.
Hizo oír a los sordos y hablar a los mudos.
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