Recorre, estos días, las redes sociales la reciente alocución del presidente de la Reoública Oriental del Uruguay, José Mújica, en Río de Janeiro a los presidentes latino-americanos. Antiguo guerrillero, es un santo Padre de nuestros días. Lo que dice no es que sea muy nuevo, pero lo dice con edificante sinceridad, tras haberlo vivido, y sin la agresividad, la demagogia, la unilateralidad, la arrogancia y la propagana pro domo sua, a que estamos acostumbrados en los caudillos americanos, sobre todo de la izquierda. Sí, José Mújica, hemos nacido para ser felices y hacer felices al mayor número de seres humanos posible. No hemos nacido para estar siempre comprando y vendiendo, y mucho menos empobreciendo a los más débiles. El amor no se puede comprar y vender, ni compararlo con nada. No podemos dejarnos regir por el mercado, sino hacer todo lo posible para regirlo y encauzarlo. Gracias por recordárnoslo una vez más. Gracias por decirlo sin pudor alguno en medio de los jefecillos de la Región. Y por despedirse de la presidencia con esa bendición política y social.