La Iglesia en el mundo

 

         Impresiona escuchar al arzobispo mayor de Kiev y primado de la Iglesia grecolatina de Ucrania, Sviatoslav  Shevchuk, en un coloquio con periodistas, organizado por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN): Estoy en la lista negra delos rusos para eliminarme. Pero lo dice en un tono alto de esperanza pascual y contento poque sus obispos, sacerdotes y religiosos no han desertado de sus puestos tras la invasión rusa y siguen en pie al servicio de su pueblo. Contento también porque, en medio del dolor y del hambre, aprecia una unidad ecuménica en Ucrania que jamás existió en el pasado. Alentado por el ejemplo del papa Francisco, subraya el contraejemplo del patriarca ruso Kirill, monaguillo de Putin, que ha dividido más que nadie la Ortodoxia, actuando a la manera del Estado Islámico en una guerra metafísica contra la corrupción moral de Occidente, con un tono fundamentalista y adulando al poder.

Por otra parte, desde que estalló el conflicto en 2014 con la ocupación de Crimea, la ACN ha privilegiado a Ucrania con 2.700 proyectos, apoyando a 5.000 sacerdotes y religiosos, a más de un millar de religiosas y 900 seminaristas. Todas las iglesias y residencias episcopales, parroquiales, religiosas (femeninas y masculinas) son ahora hogares para miles de refugiados ucranianos que huyen de la guerra.

La Iglesia católica de Irlanda del Norte ha visto sin duda con alegría el resultado de las útimas elecciones, con el triunfo del Sinn Féin, que comenté el otro día, aunque las relaciones con los obispos no pasen por su mejor momento, a causa de la postura del partido, favorable a la despenalización del aborto y a la prohibición del rezo de grupos de fieles ante las clínicas abortistas.

Más claro es el rechazo de la mayoría de los católicos filipinos a la victoria electoral de Ferdinand «Bongbong» Marcos, hijo del ex dictador y genocida Ferdinand Marcos y de su esposa Imelda, de muy triste recordación, junto a su vicepresidente Sara Duterte, hija del detestable presidente saliente, en perjuicio de la presidenciable progresista Leni Robredo, con fuerte vinculación eclesial. A pesar de la llamada episcopal a aceptar los resultados y a mantener la calma, los medios más cercanos a la Iglesia católica  militante hablan de derrota de la democracia, la moral y la justicia.