Entre las 60 medidas avanzadas por el líder de la oposición, en caso de victoria en las próximas elecciones -parcial reversión de la actual legislatura-, la más subrayada por los medios informativos es el cambio en la ley electoral municipal, concediendo la prioridad a la lista más votada.
Como ya se ha contestado muchas veces, esa lista más votada de poco servirá, si al mismo tiempo no se le añade un plus de legalidad y eficacia, de modo que luego pueda gobernar con mayoría, sin necesitar el apoyo de cualquier partido menor.
Pero, contando desde el inicio con la oposición natural de todos los pequeños partidos, y con la del PSOE, al que le va muy bien con la ley actual, hoy por hoy es, por desgracia, una propuesta muerta antes de nacer.
Una ley electoral que pueda durar en el tiempo necesita un amplio consenso de los partidos mayoritarios entre sí, y todavía mejor si tiene también el de los minoritarios, que bien pueden un día crecer. De otro modo, la hipótesis de tal ley electoral deviene solo un sintagma retóricamente electoralista.