Buen tiempo este de reflexión en medio de la Cuaresma y en medio de la precampaña electoral, tan ruidosa como aborotada, para acercarse a los cuatro libro de Javier Gomá, por ejemplo, al tercero de ellos, Ejemplaridad públca y bajar hasta los cimientos de una teoría general de la ejemplaridad con su parte pragmática y su parte metafísica. Piensa su autor que los gobernantes deberían ser, antes incluso que buenos professionales de lo suyo, ciudadanos decentes, conscientes de la dignidad suya y ajena y promover una política conforme con dicha dignidad. Se podría definir la política como la organización de la decencia.
No es esta, desgraciadamente, la visión que tienen los ciudadanos de sus políticos. Pero Gomá insiste y nos describe brevemente lo que es una vida ejemplar, esa que los votantes, en sus mejores momentos -que también los tienen-, desean que tengan sus candidatos preferidos; esa que sería para ellos, sin duda, el acicate mayor para darles su voto un día: Una vda ejemplar es la que deja a los que sobreviven una imagen luminosa, una invitación a una vida digna y bella.