Mc 12, 1-11 + ( Mt 21, 23-43; Lc 20, 9-18)
[*Poema en dos páginas. Pinchar abajo, en el número 2]
La metáfora bíblica de la viña del pueblo elegido,
propiedad de Yahvé,
era muy conocida y apreciada
en tiempos de Jesús.
El Maestro la llevó también a la parábola:
Érase una vez un señor, que plantó una viña,
construyó un lagar y una bodega,
los arrendó a unos labradores
y se ausentó por mucho tiempo.
Envió el dueño varias veces
a sus siervos
a cobrar las rentas
de la viña,
pero, otras tantas,
los arrendadores
los maltratron,
los golpearon,
los hirieron
o los mataron.
Por último, el propietario de la viña
envió a su hijo, pensando
que, por ser él,
le respetarían.
Pero, por eso mismo,
los labradores se dijeron:
Esta es la nuestra:
él es el hijo y heredero,
le matamos y nos quedamos con la viña.
Y así lo hicieron,
arrojando su cadáver
fuera de la heredad.
Eran los días próximos a la Pascua.
Jesús hablaba seguramente
ante escribas y sacerdotes.