La parábola de los viñadores homicidas

Profeta del fin de los tiempos,
Jesús sabe que en él culmina
la serie de los profetas  que Dios envió a su pueblo
para la salvación
del pueblo de Israel.
Rechazados unos,
ejecutados otros,
Juan Bautista le había precedido.

Él era el hijo del dueño de la viña,
al que los viñadores homicidas
arrojaron fuera de ella.

Las autoridades del Templo que le oían
sabían que el cuento iba con ellos.
Pero no podían detenerle
por miedo de la gente que le seguía

La primera Iglesia,
oyendo una parábola tan dura y tan cruel,
donde el crimen impune es la úiltma palabra,
le añadieron una especie de minsal (un comentario),
que completa incluso la parábola:
que el dueño de la viña
vuelve y mata a los culpables
y arrienda a otros labradores
la viña dichosa,

evocando a la vez los versos del salmo:
La piedra que un día los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular.

De la pieda de tropiezo y roca de escándalo
Dios hizo de Jesús de Nazaret

la piedra fundamental del nuevo orden de cosas.

 

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