Ante el cúmulo de mentiras, de antiverdades, de postverdades, que es hoy la política del Gobierno de España y de sus socios anti iespañoles, no está mal, como pequeño y literario consuelo, traer a nuestras mientes aquella reflexión sobre la verdad del indiscutible icono de todo buen progresista, la alemana-nortemericana Hannah Arendt, en su libro Verdad y mentira en la política (1972):
La verdad, aunque impotente y siempe derrotada en el choque frontal con los poderes establecidos, tiene una fuerza peculiar: hagan lo que hagan los que ejercen el poder, son incapaces de descubrir o inventar un sucedáneo viable de ella (…). La persuasión y la violencia pueden destruir la verdad, pero no pueden reemplazarla.