Las catástrofes son para el Estado, señores míos…

 

                      El Gobierno –reza el núm. 97 de la Constitución- dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado.

En las primeras horas de la catástrofe de la DANA que estamos sufriendo el Gobierno ha estado ausente, con declaraciones inoportunas y hasta irresponsables, cargando siempre -¿por motivos partidistas?- contra la Comunidad valenciana. Es ridículo y hasta suicida decir que no se envían las fuerzas del Estado hasta que no lo pida el presidente comunitario. ¿Qué Estado de pacotilla es ese? ¿O estamos en la España sanchista del  muro levantado entre españoles progresistas y ultraderechistas?  Pronto la realidad les ha hecho cambiar de opinión y se han prestado a colaborar, como era su deber.

¿Podían haber declarado el estado de alarma, según la ley de 1 de junio de 1981? Posiblemente.

¿Podían haber enviado al ejército ya desde el miércoles? Seguramente.

Es evidente la ineptitud y la ineficacia de la Generalitat Valenciana. Como lo hubiera sido probablemente cualquiera otra Comunidad, sin excluir responsabilidades futuras.

Y evidente también la disfuncionalidad del modelo autonómico (mejor que territorial) en estos casos.

Que la sanidad y los servicios sociales sean facultad exclusiva de las Comunidades Autónomas no quiere decir que una pandemia o una DANA deban serlo. El exceso seudoolímpico del autonomismo y del autogobiernismo tiene estas consecuencias y está pidiendo a gritos un cambio de legislación en favor de los poderes del Gobierno de la Nación.

Ante el colapso del Estado solo los Reyes de España han estado en su sitio y han sido icono nacional e internacional de la dignidad, del sentido común y de la institucionalidad democrática. Su gesto vale un reinado, una época, una marca España en solitario.

Sobraban en esa comitiva necesaria los dos presidentes, abucheados.  Aunque tuvieran que estar. Y a los bárbaros de los palos, igual que los que robaron en las tiendas, que los detengan, los juzguen y los castiguen ejemplarmente.