LA PALABRA DEL SILENCIO. B
Si Claudel considera que la pintura de Rembrandt es una pintura del silencio, muchos otros producciones de artistas podría ser calificadas de igual manera. Bien conocidos son cuadros que se relacionan directamene con el silencio: El ángelus, de Millet; El nacimiento de Venus, de Bouguereau; La cuna, de Morisot, o El hombre y la mujer, de Pierre Bonnard.
Fueron los simbolistas los que mejor profundizaron en la representación de la palabra del silencio. Frantisek Kupka tiene toda una serie titulada La voz del silencio. Fernand Khnopff pinta explícitamente El silencio: una mujer con guantes posa un dedo en las comisuras de los labios. El silencio se acompaña a menudo de la envoltura de un velo o del manto de la noche. La isla de los muertos, de Arnold Böcklin quiere ser un símbolo del silencio y al mismo tiempo de la irreversibilidad de la muerte. En Orfeo en la tumba de Eurídice, de Gustave Moreau, el aedo sagrado calla para siempre, apagada ya la voz de los seres y de las cosas.
Los pintores surrealistas presentan, como es fácil de adivinar, otras formas de evocar el silencio. El imperio de las luces, de Magritte, por ejemplo, es una pintura de un profundo silencio. Giulia Latini ha estudiado el papel del silencio en la obra surrealista de Salvador Dalí: como en esa antigua estatua, Enigma, que anuncia un silencio total y eterno. O el silencio en el famoso cuadro A orillas del mar, donde parece inspirarse en los versos de su amigo Federico García Lorca: Oye, hijo, mio, el silencio. / Es un silencio ondulado, / un silencio / donde resbalan valles y ecos, / y que inclina las frentes / hacia el suelo.
La relación, por otra parte, del silencio con la escritura literaria ha fascinado a muchos autores, y sería interminable la referencia a los más importantes entre ellos, comenzando por Cervantes en el prólogo a su mejor novela. En fondo -escribe Maurice Blanchot-, cuando escribimos, tendemos hacia él, (…) aspiramos a él. Y dejemos a François Mauriac, autor de novelas famosas pos sus silencios, que lo remache: Toda gran obra nace del silencio y vuelve a él.