Libros de los amigos

 

          El incansable escritor e historiador arqueño, mi amigo y tocayo Vïctor Pastor,  acaba de regalarme el librito, lleno de fotografías en blanco y negro, titulado Ser hermano. Hermano marista, ya se entiende. Repartido entre la vida del hermano Fernando Lemos Franco (1941-2021), sevillano, pero que vivió buena parte de su vida en los colegios de Pamplona, Durango, Alcalá, Sigüenza, Bilbao…, a cargo de su propia autobiografía y del relato de Moisés Alonso Pérez, y la vida del hermano Jesús Sainz de Vicuña García, (1932-2021), natural de Los Arcos, escrita por Víctor Pastor, entreverada con muchos párrafos autobiográficos de Vicuña.

Quedándome con la  biografía del segundo, desde la infancia hasta la muerte, me parece la biografía modelo o ejemplar de un verdadero marista de nuestro tiempo: activo, culto, generoso, siempre estudioso, dotado de una empatía magisterial y apostólica no común. El relato de  la vida en su pueblo y su familia, adornado de felices y originales fotografías, es curiosisimo, y siempre curioso y enriqecedor para los que no conocemos nada o muy poco de la vida religiosa de estas Familias religiosas: desde el seminario marista de Antzuola -juniorado, postulantado y noviciado-, pasando por el escolasticado en Balmaseda, a los colegios donde fue profesor o director, o ambas cosas a la vez: Antzuola, Villafranca de Navarra, Pamplona, Bilbao, Madrid… Para no hablar de sus estancias en Roma durante sus estudios universitarios o en la administación de la Casa general. Y  terminar en la comunidad paroquial de Ancín desde 2002 a 2008. Pastor añade al relato histórico de las andanzas de su compañero y amigo, que fueron muchas, el más íntimo de sus pensamientos, querencias, proyectos personales, religiosos, científicos…, tomados a veces de la Autobiografía: Mi vida en vivio. Bizi Bizian, que recoge algunos de los testimonios más sinceros e ilustradores del libro. Coronan la obra una serie de condolencias de varios autores, en prosa y en verso, y una entrevista hecha por Luis Landa, entonces director de la revista Ibérica marista, a Jesús Sainz de Vicuña: una vida al servicio de la educación.

De mayor empaque editorial,  volumen de páginas, y fotos en color, es el libro editado por el periodista tudelano Ignacio Escribano en honor de su padre, nacido en Corella y afincado en sus últimos años en Tudela: Matías Escribano: Una semblanza humana y profesional.

Aquel popular altavoz de la Ribera, a quien conocí en Tudela y en Fontellas, culto periodista del papel y de la radio, único por su entusiasmo y su empatía -¡el décimo tercer apóstol y por sorteo, solía decirle yo!-, después de haber trabajado en varios e importantes  medios españoles, profundamente cristiano, navarro y español, ha tenido el homenaje escrito que se merecía. Su hijo Ignacio llena toda una primera parte del libro, intensa y emotiva, con recuerdos y añoranzas de una vida ubérrima junto a su progenitor. Toda la segunda parte, que hace al libro tan original, es un centón de testimonios cercanísimos de las personas que le conocieron y quisieron: la familia, los compañeros y compañeras de oficio, los políticos de Navarra y de Tudela, los alcaldes tudelanos, los muchos amigos y amigas de Matías: periodistas, escritores, médicos, artistas, sacerdotes, deportistas… Impresionan más los testimonios, tan sinceros como los demás, de políticos que no eran de su cuerda, y a quienes dejó sitio en sus páginas  y dio voz en sus micrófonos.

Remata la publicación una antología de fotos en color sobre diversas escenas de la vida de Matías.

Qué alivio y qué solaz en este mundillo actual de pullas y diatribas, de reconcomios, sospechas, recelos, envidias, virulencias y otras atrocidades, ver y oír este reconocimiento general, esta gratitud, este afecto común hacia una persona pública que pasó por la vida, como su modelo primordial, haciendo el bien…