Lo que más me espanta de todo es que ya habéis visto los trabajos y afliciones que han tenido [ella misma sobre todo y otras religiosas] por morirse, por gozar de nuestro Señor; ahora es tan grande el deseo que tienen de servirle y que por ellas sea alabado, y de aprovechar algún alma si pudiesen, que no sólo no desean morirse, mas vvir muy muchos años padeciendo grandísimos trabajos, por si pudiesen que fuese el Señor alabado por ellos, aunque fuese en cosa muy poca. (…) Temor ninguno tiene de la muerte más que ternía de un suave arrobamiento. El caso es que el que daba aquellos deseos con tormento tan excesivo, da ahora estotros. Sea por siempre bendito y alabado.
(Santa Teresa de Jesús Moradas del castillo interior. Séptimas Moradas, 4-5).