Era de mirar,
era
de ver
los rudos pastores
de Belén
con mascarillas
guardando la vez,
para acercarse,
tras el anuncio del ángel,
a Jesús, a María y a José,
midiendo la distancia:
uno por uno, y no dos,
y menos tres.
–No, no, nada de corderos:
un poco de queso y leche,
muy bien.
Y lavaos las manos,
una y otra vez,
con el fresco de la noche,
que aquí… no hay gel.