Los católicos franceses saben bien que Francia, la expotencia colonial, que tiene todavía grandes intereses, buenas relaciones y comandos de tropas selectas en varios Países africanos, lleva años comprometida en la lucha global contra el terrorismo yihadista en África, y que, como respuesta, Al Queda y el Daesh tienen que demostrar que todavía pueden hacer mucho daño al opresor. La nueva edición de las caricaturas de Mahoma -cosa que repruebo y que me parece más grave que un mero alarde de libertad de expresión- ha venido a dar nuevo pretexto al fanatismo musulmán. Para el cual la Prensa -matanzas del año pasado-, la Escuela -el maesto degollado en París- y la Iglesia -matanza en en la basílica de Niza- son tres objetivos simbólicos de la Francia enemiga y, en general, del Occidente enemigo.
Dicen que se trata esta vez de un yihadismo del pobre: ataques poco organizados, de activistas de bajo coturno, armados con cuchillos de cocina. Pero igualmente violentos y peligrosos. Sin embargo, antes y ahora la Comunidad musulmana en Francia tiene que hacer frente a tamaño desafío y trasmitir a su juventud un conocimiento verdadero de su religión y de su espiritualidad, interpretando los textos sagrados islámicos con un enfoque de apertura, diálogo y convivencia, lejos de la versión del fanatismo yihadista. Y, además, proseguir el difícil y lento proceso de integración en el contexto francés y europeo.
Por su parte, los católicos franceses, leales a la muy tolerante, pacifista y progresiva jerarquía católica de Francia, muy en sintonía con el Vaticano, continúan, a pesar de todo, su política de diálogo y acogida, Tras la matanza de Niza, proclaman que el culto musulmán en Francia está haciendo un buen trabajo desde sus instituciones, salvo unas pocas mezquitas y de unos pocos imanes. Y en este caso, además de las protestas y muestras de solidaridad dadas por responsables e intelectuales islámicos, los católicos franceses constatan que la base de los creyentes musulmanes han dado también pruebas de fraternidad y cercanía, en toda Francia, mucho más fuertes que en otras ocasiones.