De todo lo que he leído de María Montessori y sobre María Montessori, nada tan hermoso como estos párrafos de su libro El niño: El secreto de su infancia que, llevados a la práctica inteligente y amorosamente, han cambiado la suerte de la educación de la infancia en el mundo: El niño no es un ser extraño que el adulto puede considerar desde el exterior, con ciertos objetivos. El niño es la parte más importante de la vida del adulto. Es el constructor del adulto. El bien o el mal del hombre maduro tienen una relación muy estrecha con la vida infantil que lo formó.- Sobre el niño recaerán todos nuestros errores y él recogerá los frutos. Moriremos, pero nuestros hijos sufrirán las consecuencias del mal que habrá deformado su alma para siempre. El ciclo es continuo y no puede interrumpirse.- Tocar al niño es tocar el punto más sensible de un todo que tiene sus raíces en el pasado más remoto y se dirige hacia el infinito del porvenir, porque allí se elabora la educación del hombre.– Tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital donde todo puede decirse y renovarse, donde todo está lleno de vida, donde se hallán encerrados los secretos del alma.