Desde hace años soy un adicto. Y estuve pegado a la TV que los retransmitía. Ya lo dije, son uno de los éxitos redondos de la Democracia española, de la España democrática, dentro y fuera de nuestro país. Una de sus mejores contribuciones internacionales. Volví a interesarme por el discurso del rey, que en esta ocasión deja ver su mejor talante y su valía. Al conmemorar el 40º aniversario de la Constitución, mostró con razón su orgullo por esa lección de convivencia, que dignifica la política y engrandece nuestra historia. Como la mejor muestra de la generosidad, la madurez y la responsabilidad de todo un pueblo que ganó la democracia y la libertad».
Aunque el personaje más popular y mediático fue a todas luces, durante toda la semana en Oviedo, el cineasta norteamericano Martin Scorsese, me interé más el discurso del filósofo de la misma nacionalidad, Michael J. Sandel, premio de las Ciencias Sociales, uno de los más relevantes intelectuales contemporáneos, quien, según su propia revelación, se dejó seducir por la filosofía durante una estancia en España. Y no por su abstracción, sino por su carácter ineludible y por la luz que arroja sobre la vida cotidiana. Enfrentada a tiempos oscuros, ya que es la esperanza mayor para arreglar el mundo, Sandel nos dijo que la filosofía -está que, por fin, van a poder estudiar tambien los alumnos españoles- no pertenece sólo al aula, sino a la plaza pública, donde los ciudadanos deliberan sobre el bien común», sobre cuestiones importantes, entre las que están la justicia, la igualdad, la historia y la memoria.