Los puntos negros

 

Podría parecer un breve cuento de Navidad. Pero es cosa de todos los días.  Aquel maestro que mandó a sus alumnos escribir una cuartilla sobre otra que les repartió previamente él, como la tarea de redacción del día: era una cuartilla blanca con un solo punto negro en medio de la misma. Los chicos no sabian qué hacer con aquello y les daba la risa, pero luego, tras las reiteradas explicaciones del maestro, se pusieron a escribir unas líneas al menos sobre… el punto negro. Cuando rcogió todas las cuartillas, el maestro les hizo ver que ¡ninguno de ellos se había fijado en el resto de la página, toda blanca! – Así, en nuestra vida, casi todos los días: oímos, leemos, vemos, recordamos, imaginamos, intuimos, prevemos, tememos, proyectamos… casi siempre los puntos negros, y no el resto de las páginas de la vida, que están en blanco para que nosotros las llenemos con nuestros pensamientos y con nuestras obras, o son blancas para nuestra contemplación y nuestra reflexión. ¡Cuántos puntos negros en nuestro mundo, y hasta en nosotros mismos!  ¿Y páginas blancas? ¿No hay ninguna?