(Ver el romance de El sepulcro vacío, en la bitácora del 11 de abril de 2021. Añado ahora otra versión, en verso libre, y más completa en cuanto al texto del segundo evangelista)
Mt 27, 62-66 y 28, 4, 11-15
Mateo evangelista cuenta al final de su Pasión
que sacerdotes y fariseos pidieron a Pilato
una guardia del sepulcro, que evitara el robo del cadáver de Jesús
por los discípulos del que había prometido
que, al tercer día, iba a resucitar…
¡Cuando ni siquiera los Doce lo sabían!
Pilato les concedió el favor, y ellos sellaron la piedra de la tumba.
Mateo se mofa luego de los supuestos guardianes, cuando, al descenso del ángel,
se pusieron a temblar y quedaron como muertos.
Cuenta después que, enterados los sumos sacerdotes y ancianos de todo lo sucedido,
dieron dinero a los soldados
para que dijeran que los discípulos del aquel impostor
robaron por la noche el cadáver, mientras ellos dormían.
Y que, en todo caso, ya se las arreglarían con el Prefecto.
Soborno, mentira y complicidad con los romanos ocupantes,
recalca Mateo en la actuación de los jefes religiosos.
Y esta versión se corrió entre los judíos hasta el día de hoy.
El bulo existió tal vez y el sagaz evangelista lo aprovechó de lo lindo.
O él mismo se lo inventó, excelente apologeta.