Marie Collins

El testimonio público, sereno y valiente de esta buena mujer iralndesa, víctima de un clérigo criminal sexual desde los 13 años, ante los representantes eclesiásticos de 110 Conferencias episcopales, en uno de los salones de la Pontificia Universidad Gregoriana, donde yo estudié, me parece estremecedor y consolador al mismo tiempo. Hasta hace muy poco tiempo esto era impensable. Y es señal clara de cambio de rumbo. A los actos criminales en serie, a la política del avestruz, a los tapujos, a los falsos pudores, a las connivencias sacrílegas, al falso espíritu de cuerpo, de corporación (eclesiástica en este caso) ha sucedido esta patencia virtuosa, penitencial, a la faz de toda la Iglesia, de todo el mundo, aun con el riesgo que eso significa. Pero  las consecuencias  positivas son superiores. Gracias a Benedicto XVI. Enhorabuena.