Siempre que, en mis sueños, voy y vengo por el mundo,
cuando llamo a mi madre,
siempre está.
Siempre que, en mis sueños, vuelvo de mis viajes,
está mi madre esperándome.
Siempre hay una luz
en la ventanas de la cocina
de mi vieja casa del pueblo.
Hoy, que he vuelto de un viaje largo,
tal vez el de mi vida,
un hostelero chino
nos trae a mal traer a unos cuantos amigos,
cambiándonos todos los días de hotel.
Cuando he sabido que pasábamos por mi pueblo,
he llamado por teléfono a mi madre
y le he dicho que volvía por la tarde.
–Te espero, me ha dicho toda contenta.
Mi madre siempre está.