No conocí a don Félix Huarte, pero sí a Miguel Javier Urmeneta, los dos premiados, post mortem, con la medalla de oro de Navarra de este año, como principales artífices, hace medio siglo, de la promoción industrial de nuestra Región. No me extraña que quienes sostienen que hay que ser sólo una cosa en la vida – vg., comunistas e independentistas-, y durante toda la vida, hayan arremetido contra él, además de con furor ideológico, con furor también cultural. Porque Miguel Javier, como le llamábamos, fue muchas cosas, sucesivamente y tambien a la vez: navarro, vasco, español, europeo y hombre universal; vasquista y españolista; peneuvista y requeté; militar y divisionario azul; franquista y antifranquista; hombre de acción y de reflexión; científico y artista. Nunca comunista ni independentista. Siempre caballero, y sobre todo humanista. Muchos le deben algo. Yo, y otros muchos como yo, por ejemplo, muchos ratos de amistad y de empeño común durante aquellos meses del Frente Navarro Independiente. Y también, como poeta y cofundador de Río Arga (1976-2014), la revista de poesía decana de España, gracias a él, cuando era presidente de Caja Municipal de Pamplona y de sus muchos mecenazgos, y a pesar de que la última y nefasta Caja Navarra de Miguel Sanz y de Enrique Goñi y Beltrán de Garizurieta nos dejara a la intemperie. Hoy se mantiene con el apoyo de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona. Miguel Javier ha sido uno de los poquìsimos hombres públicos -junto a Amadeo Marco y no sé quién más- que tuvo en varias localidades calles dedicadas en vida y que no le han sido desdedicadas tras su muerte.- Que siga celebrando mañana el segundo santo navarro de su nombre en el cielo de Dios.