Misas con tiempo

 

               La Messe qui prend son temps (la misa que se toma su tiempo) es una propuesta de los jesuitas franceses, que en la iglesia de Saint-Ignace, de París, prolongan la liturgia tradicional católica hasta los 90 minutos para dar lugar a la meditación, reflexión e interacción.

Ahí la oración personal exige su tiempo. La música litúrgica es muy cuidada. Hay diálogo, danza, y un encuentro informal tras la eucaristía.

En medio de a hiperactividad, la aceleración, la crisis de salud mental, la intromisión de las marcas comerciales en la intimidad, la competencia neurótica, la sociabilidad puntual y efímera… hay en muchas partes de nuestro mundo, y también de la Iglesia, sed de silencio, contemplación, atención, profundidad, aprecio y cuidado.

La liturgia católica, tan antigua, sobresale por su universalidad, sencillez, serenidad, sobriedad… Pero se queda muy corta ante una sensibilidad actual, activa y participativa. Recuerdo aquellas misas dentro de la emigración española en Alemania, Inglaterra y Holanda, donde los celebrantes hacíamos lo que podíamos para hacer algo atractivo, ante iglesias llenas, a veces, de emigrantes españoles, nada religiosos, ignorantes, curiosos…, dejando el latín a un lado, hablando más de la cuenta, cantando lo mejor posible… Cualquier párroco tradicional  y no digamos cualquier maestro de ceremonias nos habría prohibido volverlo a repetir.

Misas con tiempo, y tiempo lleno de lo mejor del arte y de la espiritualidad, piden y necesitan parroquias selectas de París. grupos de jóvenes, movimientos eclesiales, etc. Misas  tan breves como ahora o más breves aún serían necesarias en otros sitios, donde los celebrantes no leyeran, sino que hablaran con brevedad y rigor, se eligieran mejor las lecturas, se diera paso a la oración viva de los fieles, etc.

Es decir, ¿cómo hacer actual, viva y activa la conmemoración de la cena del Señor?

Porque de eso se .