En la edición española se llama El gentil monstruo de Bruselas o Europa bajo tutela, cuyo autor es el conocido poeta alemán Hans Magnus Enzensberger. Apenas cien páginas, el ensayo está lleno de excesos, exageraciones y dislates, entre alguna que otra verdad. Si son millones los europeos que desconocen por completo a quienes desgobiernan sus días, es, en buena parte, poque quieren, porque las fuentes de información son múltiples. Los escondidos y emboscados burócratas de la Unión son ciudadanos como nosotros, tienen sus nombres y apellidos, currículos brillantes, conocen bien su materia, tienen su cabeza y su corazón y hacen, lo mejor que pueden, su labor. La UE no es algo brumoso ni oscuro. Eso, sí, es complicado, porque se trata de una Unión de 27 países, distintos y variados, que quieren ser ellos mismos, unidos pero variados, variados pero unidos, porque ellos lo han querido y siguen queriéndolo. No son quienes la rigen pérfidos burócratas. Pérfidos son, en principio, quienes los llaman así. sin rueba alguna de su recia acusación. Si nadie en su sano juicio cree que las instituciones europeas pueden sacarnos del atolladero social, econónico y cultura, hay que preguntar a quienes eso afirman que nos presenten una alternativa mejor. Porque nadie en su sano juicio puede pensar que cada país, aislado y separado de los demás, pueda hacer ese milagro. Ni tres o cuatro grandes paises, por su cuenta, tampoco. El déficit democrático puede ser todavía grande, pero desde 1957 hemos avanzado mucho, en este breve lapso de tiempo que son 50 años, hemos creado instituciones con el consentimiento de todos, hemos hecho nuevas reformas, ningún Estado se ha echado atrás, nadie ha querido salir de la Unión, y estamos afortunadamente discutiendo cada día cómo hacerlo mejor. La UE no está construida de espaldas a sus ciudadanos. Éstos votan a sus representantes en el Parlamento Europeo, y cada cierto tiempo a los políticos responsables de la Unión Europea que tenemos y a sus proyectos más importantes, a veces por medio de referendos. Ni los trata la UE sólo como súbditos: eso sucede en China, en Siria, en Zimbawue o en Cuba, pero no en la Unión Europea. Nadie ha querido en la Unión unificar los conflictos, las costumbres, las ideas y las creencias... Y tampoco desconocerlos. El caso es que hay quienes censuran unas veces a la UE porque no une lo suficiente a los países que abarca, porque no llega ni siquiera a la unidad económoca y política y, otras, por el contrario, porque unifica demasiado, como es el caso del poeta alemán. ¿En qué quedamos? ¿Tan fácil es unr y respetar al mismo tiempo a 27 paises distintos?. Las instituciones que quieren cortar a Europa por el mismso patrón -escribe HME- y colonizar nuestro mundo cotidiano nos obstaculizan más de lo que nos sirven. Rabian por normalizarnos. La unidad es buena, pero la diversidad es mejor. Está claro que el autor no ve compatibles la unidad y la diversidad, y se queda sólo con ésta última. Es, pues, enemigo de la unidad europea. Acabáramos. Pues quédese con su Alemania o con su Ego individual y déjenos hacer a los demás. Al Déjennos en paz con sus supérfluas directivas, habría que contestarle: Déjenos en paz con sus supérfluos y agresivos argumentos.