Música de Navidad

 

 No sé vivir ninguna gran fiesta sin música. Y menos, la de Navidad, que hasta en los Evangelios de la Infancia aparece envuelta en músicas. Asi que me paso horas, no escuchando, sino envolviéndome, dejándome envolver, en / por la música del Oratorio de Bach y hasta del último villancico popular navideño. Este año, Dios me ha venido a ver con el concierto del Orfeón Donostiarra -que hace unos cuantos interpretó mi letrilla Y no lo esperaba nadie, que musicó Aragüés-, dirigido por José Antonio Sainz Alfaro, dado en el capilla del Palacio Real de Madrid, el 20 de diciembre de 2010, en presencia de los reyes Juan Carlos y Sofía. Con las sopranos Elena Barbé, Ana Salaberri, Leire Sarasola -subidas al púlpito de la capilla, como hadas o como ángeles-, y los baritonos Fermín Butini, Pablo Gonzalo…, todos excelentes. A clásicas obras de Haendel, Schubert o Weber, añaden otras más recientes, y de primera clase, de P. Cornelius, T. Kennedy, J. F. Von Herbeck, B. Britten (Hodie Christus natus est), J. Peris,  P. Casals (Nigra sum) o las tan populares de Gruber (Heilige Nacht) o de L. Elizalde (Los peces en el río). Los abrazos y las repetidas felicitaciones del rey Juan Carlos al director del Orfeón, al final del recital, expresan bien el regocijo y la gratitud de los oyentes. Si los ángeles -expresiones bíblico-literarias de Dios- cantan o algo parecido, no lo harán mucho mejor.- Otro de los conciertos que me ha encantado, esta vez entre los organizados por el Ayuntamiento de Pamplona «Para el tiempo de Navidad», ha sido el de la Coral de Cámara de Pamplona, dirigida por David Guindano Igarreta, titulado Al resplandor de una estrella, con obras de Francisco Guerrero (Sevilla, 1528-1598), uno de los tres grandes maestros hispanos (junto con Victoria y Morales). El concierto, tan bien trabajajdo, con la misa Puer natus est nobis, dentro del Missarum Liber Secundus (1581), difundida extensamente en España e Hispanoamérica, como contenido principal, junto con algunos motetes y canciones villanescas (La tierra se está gozando, Niño fue de amor herido...), dek mismo autor, se convirtió en  un conjunto grandioso de canto llano, órgano y ministriles, con una música profundamente sagrada, alegre a la vez y reconfortante.