La nueva expresión parece proceder del jesuita italiano Antonio Spadro, director de la muy influyente revista La Civiltà Cattolica. Nativos digitales son los niños, jóvenes y maduros, que no tienen la RED telemática, en sus distintos accesos -móvil y ordenador, sobre todo- sólo como su instrumento de trabajo o archivo de investigación, sino que tienen en ella su entorno y hasta su mundo, en el que casi ya nacen, y crecen, se divierten, se comunican, trabajan y, sobre todo… viven. Es ya su nuevo planeta cultural y vital para ahora y… para siempre. Un caos-cosmos o cosmos-caos, donde no hay decálogos de ningún tipo, ni solemnes declaraciones normativas, ni tablas jerárquicas de valores, y, menos aún, protocolos políticos. Donde todo se hace a dedo, a la carta, a la real gana de cada uno. Es un mundo, pero cada día más el mundo de todos. Por lo que, si queremos seguir viviendo -y guardadas todas las proporciones necesarias y posibles-, hay que estar en él, primero porque es nuestro destino actual; segundo, para seguir aprendiendo infinidad de cosas que antes no podíamos aprender, y, después, si alguien tiene todavía convicciones y arrestos, para hacerlos conocer. Lo que exige, es verdad, mucha humildad y mucha fortaleza a fin de no dejarse abatir demasiado pronto ni desfallecer antes de tiempo. Pero fuera de la Red no hay mucha vida. Y dar la espalda a la Red es haber muerto ya.