Mc 13, 24-32
¿Cuándo vendrá el defnitivo Reino de Dios?
le preguntaban muchas veces los discípulos
al Maesrtro, que había proclamado su venida inminente.
Los prodigios cósmicos,
en el lenguaje habitual de los profetas
(Joel, Amós, Daniel…):
la oscuridad del sol y de la luna
o la fugaz caída de las estrellas
sirven en el pueblo de Israel
para descubrir al Dios vivo en la historia
y suelen preceder a la venida
del Hijo del Hombre
con gran poder y gloria. Los ángeles,
mensajeros del Señor,
reunen entonces desde los cuatro vientos
a todos los elegidos de la Tierra.
Jesús es más sencillo,
menos dramático:
– De la higuera aprended esta parábola:
Cuando ya sus ramas están tiernas y brotan sus hojas,
sabéis que está próximo el verano.
Asi también vosotros, al ver que sucede todo eso,
sabed que Él está a las puertas.
Mas el día y la hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo.
Ni el Hijo. Solo el Padre.