En su libro Qatar, sangre, dinero y fútbol, Fonsi Loiza acusa a políticos como Macron, a instituciones como la FIFA, a clubes como el Barcelona o el PSG, y a futbolistas como Guardiola, Hernández, Zidane o Gabi de blanquear el régimen dictatorial de Qatar para elegir ese país como sede mundialista.
Según el diario inglés The Guardian, más de 6.500 de trabajadores extranjeros (keniatas, indios, pakistaníes, palestinos…) han muerto durante los últimos años en la construcción de los edificios destinados al (Campeonato) Mundial de Futbol de este año (20 de noviembre a 18 de diciembre). A cada gol calculado en esta fiesta corresponden 39 esclavos muertos para hacerlo posible. Con temperaturas de hasta 50 grados, sueldos de miseria, jornadas de 14 y 18 horas, y 12 muertos por semana en los mismos tajos de labor. En el reciente Mundial de Rio de Janeiro murieron dos obreros y en el de Londres, ninguno. El Régimen teocrático, feudal y racista de Qatar niega a las familias afectadas cualquier indemnización. En ese país los trabajadores no tienen derecho alguno a la huelga ni a la afiliación sindical, con una absoluta sumisión al patrón de la obra, de quien depende la contratación (a menudo por sumas elevadas por medio de agencias de contratación en USA o en la India), permiso de residencia, cambio de trabajo, alojamiento, pasaporte y estancia en el país. El impago de los haberes es habitual. Habitual el forzoso trabajo en el sector de la seguridad privada, del servicvio doméstico o la construcción. Cualquier reclamación y no digamos protesta lleva consigo la expulsión del país o la muerte por hambre.
Ya sé que ni la Selección española, la Selección nacional -¿qué es eso de la Roja?- ni cualquiera otra tienen la culpa directa de tan macabra situación. Aunque sí indirectamente, por su silencio y su cobardía, cuando no, como en los casos arriba denunciados, más culpablemente. Y sé que el fútbol y la competición mundial no pueden pagar los delitos de unos inicuos gobernantes. Ojalá haya un plante general el día de la inauguración. Que no lo habrá.
Asi que yo, tan aficionado a este tipo de eventos, veré los partidos de fútbol de España y tal vez algunos otros. Pero no veré ni la inauguración ni la conclusión del Mundial. Un Mundial montado sobre miles de esclavos, sobre miles de cadáveres.