No es como acá que está toda la vida llena de engaños y dobleces; cuando pensáis tenéis una voluntad ganada, sigún lo que os muestra, venís a entender que todo es mentira. No hay quien viva en tanto tráfago, en especial si hay algún poco de interese. Bienaventurada el alma que la traí el Señor a entender verdades. ¡Oh, qué estado este para reyes!, ¡cómo les valdría mucho más procurarle, que no gran señorío!; ¡qué rectitud havría en el reino!, ¡qué de males se escusarían y havrían escusado! Aquí no se teme perder la vida y la honra por amor de Dios. ¡Qué gran bien este para quien está más obligado a mirar la honra del Señor que todos los que son menos, pues han de ser los reyes a quien sigan! Por un punto de aumento en la fe y de haver dado luz en algo a los herejes, perdería mil reinos, y con razón. Otro ganar es un reino que no se acaba, que con solo una gota que gusta un alma de esta agua de él, parece asco todo lo lo de acá. Pues cuando fuere estar engolfada en todo, ¿qué será?
(Santa Teresa de Jesús, Vida, 21, 1)